jueves, julio 20, 2006
Belle Tenebrosa

En la oscuridad del callejón miraba sus ojos sin parpadear, el humo de su cigarrillo era la única luz de referencia; sabía que delante de mi estaba ella, intermitente, solitaria, peligrosa y desconocida.
Ironía del destino: mirarle solo a los ojos me costó no ver su mano acechando la culata de un revólver; directa a mi pecho, su mirada lanzó dos balas. Corazón abierto en la noche. Menuda forma de enamorarse.