lunes, septiembre 11, 2006
Fogo
El trajín de la feria llegó a la aldea. Misha y su pequeño perro Anut corrieron hasta el monte más alto para ver como las carretas se movían al compás de la música improvisada.
Saltimbanquis, malabaristas, una mujer barbuda, enanos, payasos y un jefe de pista gordo y con bigotes. Pero sobre todo, Misha esperaba con ansiedad a los artistas del fuego.
Llamaradas que despuntaban sobre los escasos árboles de la zona provinientes de las gargantas negras de aquellos esqueléticos diablos. Unos cuernos de cabra les terminaban de equipar. Diablos que hablan con el fuego.
Misha acarició la cabeza del asustado Anut mientras pensaba cómo iba a entrar en aquel circo. No a verlo y reirse como otras veces, no; sino cómo entraría a formar parte de aquel mundo de fantasía.
Saltimbanquis, malabaristas, una mujer barbuda, enanos, payasos y un jefe de pista gordo y con bigotes. Pero sobre todo, Misha esperaba con ansiedad a los artistas del fuego.
Llamaradas que despuntaban sobre los escasos árboles de la zona provinientes de las gargantas negras de aquellos esqueléticos diablos. Unos cuernos de cabra les terminaban de equipar. Diablos que hablan con el fuego.
Misha acarició la cabeza del asustado Anut mientras pensaba cómo iba a entrar en aquel circo. No a verlo y reirse como otras veces, no; sino cómo entraría a formar parte de aquel mundo de fantasía.