jueves, octubre 05, 2006
Vodafone 17:58
Suena, en casa de Ernesto la venganza de la buena suerte o venganza de la buena vida, resoplidos postciego y café cortado; Fito bendito que a cualquier hora nos despejas las dudas.
Tras una cata cervecera en Boomerang, futbolín incluído, nos hemos venido tambaleando a casa de Ernie, buscando una cama y media para los dos, que no sería la primera que compartimos.
Músiquita para el relax del después, a ver como vuelvo yo a mi casa diciendo que vengo de clase de Naturales. Mentiras que se repiten a lo largo del tiempo.
Mentiras, dulces mentiras que hacen más daño al que las dice que al que las recibe, sonidos que retumban en tu cabeza, corazón e incluso alma quien tenga de eso, cuando ves sonreir a la persona mentida.
Todo recicla el tiempo, la mentira será verdad dolorosa por herida de frustracíon grave, incisiva y calculada a pecho descubierto.
Pero mi pecho estará ahí para recibir las olas que vienen y van, cada vez mas cabreadas, llenas de salitre y mala leche, ocupando mi pelo, piel y alma, para el que la tenga, con tal de expiar, limpiar, reciclar, olvidar lo imperdonable, lo sucio, lo imperecedero, lo imperdonable.
Y para lo demás, he aquí mis ojos. Que llorarán por tí y por tí y por tí.
Tras una cata cervecera en Boomerang, futbolín incluído, nos hemos venido tambaleando a casa de Ernie, buscando una cama y media para los dos, que no sería la primera que compartimos.
Músiquita para el relax del después, a ver como vuelvo yo a mi casa diciendo que vengo de clase de Naturales. Mentiras que se repiten a lo largo del tiempo.
Mentiras, dulces mentiras que hacen más daño al que las dice que al que las recibe, sonidos que retumban en tu cabeza, corazón e incluso alma quien tenga de eso, cuando ves sonreir a la persona mentida.
Todo recicla el tiempo, la mentira será verdad dolorosa por herida de frustracíon grave, incisiva y calculada a pecho descubierto.
Pero mi pecho estará ahí para recibir las olas que vienen y van, cada vez mas cabreadas, llenas de salitre y mala leche, ocupando mi pelo, piel y alma, para el que la tenga, con tal de expiar, limpiar, reciclar, olvidar lo imperdonable, lo sucio, lo imperecedero, lo imperdonable.
Y para lo demás, he aquí mis ojos. Que llorarán por tí y por tí y por tí.