jueves, noviembre 02, 2006

02/11/2001: El día que el reloj se paró.

Cinco años hace ya, me recordaba una voz protagonista. Cinco años; y parece que fue ayer cuando cinco niños fueron a encontrarse con la naturaleza y se tornaron un poco más mayores. El día de los difuntos, un día que desde entonces es día de fiesta en mi memoria, un día lluvioso aquel, de mentirijillas a los padres, de miradas intensas, palabras más intensas aun y sobre todo, verdaderas.

Amistad, sonrisas, vida. Todos eramos una foto que desde el principio estuvo escondida en un cajón. No importa, mi retina retiene lo necesario.

Subidos a una fuente de piedra encalada, mirando a la luna llena se juraron amor eterno y se abrazaron temblorosos. Quien les iba a decir que nada es para siempre y todo es mentira, incluso esto que estoy escribiendo.


Gracias al trío calavera aunque esté en momentos aciagos y a aquella pareja de dos, que complicarons nuestras vidas haciendolas interesantes.

Comments:
Según la RAE Aciago significa: Infausto, infeliz, desgraciado, de mal agüero. Del latín día fatal. Azar, desgracia.
El trío Calavera no se merece tal palabra. El trío Calavera debería vivir y sobrevivir para siempre. De sus componentes depende no romper la promesa que se hizo en aquel claro del bosque, en lo alto de la montaña.
Besos de la mayor fan del trío Calavera.
 
Los hombres quieren siempre ser el primer amor de la mujer. En ello cifran toda su grosera vanidad. Nosotras, las mujeres, poseemos un instinto mucho más sutil de las cosas. Lo que nos agrada es ser la última novela de un hombre.

Oscar Wilde: Una mujer sin importancia
 
Siempre hay una primera vez. Unas veces prematura, otras no tanto. Unas buscadas, otras no tanto.

Los recuerdos de sensaciones, de olores, de imagenes llegan a tu cabeza casi como un susurro apenas apreciables.

Siempre hay una primera vez.Cuando tu primer jersey del invierno envuelve tu cuerpo cálido, sedoso y con un olor incomfundible a tu hogar.
Suena tonto pero cada primera vez grabada en tu memoria humedece tus ojos con una extraña sensación de melancolía.
En una tarde de otoño, lluviosa y oscura necesitas tu balcón ese en el que guardas cada primera vez.

Subes a él con tu primer jersey, te acurrucas en tu sofá rojo y al cerrar los ojos simplemente lloras.

Día morado
 
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