domingo, noviembre 26, 2006

Animales mecánicos


Una pildora para hacerlos estúpidos; yo creo que las palabra mezcladas con sonrisas y abrazos son suficientes para sedarte en esa vana estupidez que a todos, en alguna época de nuestras vidas, nos invade.


Caemos en el vórtice de la alegría excedida, el olor a tabaco y ron, miel de esperanzas y noches en vela. Escuchamos esa música que acontecerá a cada melancolía, a cada paso hacia el crecimiento como una daga que no termina de clavarse en la pupila de cada día.


Trece veces por minuto sollozo encontrando a mis espaldas risas ajenas, pensadas por la ironía, amiga verdadera del odio y la envidia; compañera del desconocimiento y la rareza.

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