jueves, noviembre 02, 2006
La vecina
Cuando perdemos el norte, encontramos el fondo.
Me di cuenta de mi adicción al voyerismo cuando me vi colgando de una de las cuerdas del tendedero mirando por la ventana a mi vecina.
Mi cuerpo estaba totalmente suspendido en el aire; mis manos, una en el quicio de la ventana y otra en las cuerdas, mis pies enredados en calzoncillos ajenos y calcetines.
Solo podía ver una sombra, que lentamente se desnudaba, de fondo solo podía escuchar esa canción de Platero, imaginando que ella se acostaba en la cama y se acariciaba.
Nada de eso ocurrió; todo lo contrario, solo pude ver cuerdas golpeando contra mi nuca, y ventanas que corrían hacia arriba destrozando mis piernas y brazos.

Menos de diez segundos bastaron para que mi vecina escuchara el golpe seco en el suelo de piedra del patio interior. Al final, se fijó en mi.
Me di cuenta de mi adicción al voyerismo cuando me vi colgando de una de las cuerdas del tendedero mirando por la ventana a mi vecina.
Mi cuerpo estaba totalmente suspendido en el aire; mis manos, una en el quicio de la ventana y otra en las cuerdas, mis pies enredados en calzoncillos ajenos y calcetines.
Solo podía ver una sombra, que lentamente se desnudaba, de fondo solo podía escuchar esa canción de Platero, imaginando que ella se acostaba en la cama y se acariciaba.
Nada de eso ocurrió; todo lo contrario, solo pude ver cuerdas golpeando contra mi nuca, y ventanas que corrían hacia arriba destrozando mis piernas y brazos.

Menos de diez segundos bastaron para que mi vecina escuchara el golpe seco en el suelo de piedra del patio interior. Al final, se fijó en mi.